MICAELA CHIRIF. Cuando Micaela era niña le gustaba jugar a imaginar cosas extrañas: tigres que entraban por la ventana para cantarle una canción, cucharas que salían volando y camas que se convertían en barcos que la llevaban muy lejos. Luego creció y empezó a escribir historias en las que la vida diaria se transforma en una experiencia sorprendente y maravillosa: un niño que tiene un mastodonte en su casa, otro que vive dentro de una cebra, u...
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