Sabina ha encontrado una manera de dividir su tiempo entre las dos cosas que más le gustan: la naturaleza y el arte. Así, dedica los días soleados a caminar por las sierras, disfrutar del río, las plantas, los pájaros y las abejas mientras que los días grises y lluviosos se queda en casa bien abrigada y se pone a dibujar y a pintar.
Aunque estudió Bellas Artes, se dio cuenta muy pronto de que, más que en los museos y las salas de exposición, quería que sus ilustraciones vivieran en los libros y contaran historias a las niñas y los niños. Sus tres hijas son sus primeras lectoras.
Ha dibujado y escrito libros en Argentina, Chile, Bélgica, China, Japón, México y Brasil
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