Tengo el orgullo

Los peruanos de este libro triunfan en el deporte (Kimberly García y Sofía Mulanovich), la moda (Ani Alvarez Calderón), la ciencia (Mariana Costa), y muchos de ellos son ellas, mujeres que han tenido que luchar, no solo contra las limitaciones económicas, sino contra la idea de que el éxito profesional es patrimonio masculino. Conocer sus éxitos alivia, al menos en parte, mi sensación de fracaso. No todo es terrible. No todo el tiempo. No en todas partes.

Nunca he creído el eslogan individualista de que uno puede ser cualquier cosa lo que se proponga. Mucha gente simplemente no tiene las oportunidades que requiere para desarrollar su potencial, sobre todo en un país tan desigual como el Perú. El mito de la meritocracia encubre esa injusticia y abona la idea de que la pobreza es un castigo contra vicios como la ociosidad, o de que uno es pobre porque quiere. Sin embargo, algunas personas, merced a su tesón y talento, o por suerte, o por las razones que sea, logran sortear las injusticias y las limitaciones. Contar sus gestas puede inspirar a otras a intentarlo. Sus historias abren caminos para nuevas historias similares. Porque los triunfos de estos personajes no son solo suyos: son los de un país. Inevitablemente, cada uno de estos personajes lleva la bandera peruana a los podios olímpicos, los galardones empresariales, los premios literarios. Un poco de todos nosotros gana cuando ellos ganan. Un poco de todos nosotros descubre con ellos que es posible cambiar las cosas. (Santiago Roncagliolo).